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Mauro Alfredo Velasco Cisneros

Profesor y poeta.

Nació en Zapotlán, el 8 de julio de 1890, hijo único del Sr. Lic. Mauro Velasco y la Sra. María Cisneros. Conoció y fue muy amigo en su infancia de Guillermo Jiménez. Por imposición paterna ingresa a la academia militar. Posiblemente conoció a Ramón López Velarde (admirado por Velasco), en el estudio de Saturnino Herrán, cuando este último fungió como juez en el concurso patrocinado por el periódico Excélsior, “El rostro más bello de México” y en el cual resultó ganadora, la que luego sería su esposa: Matilde Josefina Medina Guerra, también oriunda de Zapotlán. Mientras tanto, su amigo de la infancia, Guillermo Jiménez, accedía al servicio diplomático como cónsul de México en varios países europeos. Desde allá, comenzó a mandarle libros al amigo de Zapotlán y, de esta manera, comenzó a formar una fabulosa biblioteca. D. Alfredo mantuvo correspondencia con algunos de los autores de los libros. D. Alfredo Velasco, hablaba y escribía el francés, el alemán, el italiano y el inglés. Recibía en su casa la Revista de Occidente, de Ortega y Gasset; Scala, Séttimo Giorno, París Match, Die Stern, así como boletines y panfletos culturales de toda índole. A esa biblioteca llegó un día un discípulo transeúnte. Se llamaba Juan José Arreola, al cual mucho ayudó D. Alfredo, no nomás moral e intelectualmente, sino también económicamente. Él vio en Juan José a un muchacho con derrochantes cualidades literarias, que era lo que le apasionaba.

D. Alfredo era un hombre opulento. Heredó de su padre una hacienda, una tienda de raya, almacenes de ropa, casa, huertas y terrenos. Todo lo dilapidó espléndidamente malbaratando cosas y beneficiando amigos. En su madurez, tuvo que dar clases en la secundaria y en la preparatoria para poder vivir. Allí se agotó. D. Alfredo era un hombre patético. Era un caballero de la triste figura; era el Tiresias de Zapotlán.

En su destino de radical soledad, sólo una persona se acercó, J. J. Arreola. La amistad entre el maestro y el discípulo, fue recíproca. La fina Eutrapelia contenida en La feria, de Arreola, se nutre a partir de cartas droláticas que D. Alfredo le enviaba narrándole su lucha contra los molinos de viento de un ayuntamiento y sus munícipes de gramática parda que le impiden celebrar culto a Clemencia Isaura en los Juegos Florales de 1957.

En el año de 1968, el Grupo Cultural “José Clemente Orozco”, homenajeo su labor otorgándole Presea de Reconocimiento.

Don Alfredo Velasco Cisneros murió de cáncer estomacal el 10 de agosto de 1967. Descansa en la entrada del panteón municipal. Su nombre se impuso por consenso a una Secundaria Estatal.

En 1999, en una compilación del Dr. Vicente Preciado Zacarías, la Universidad de Guadalajara y el H. Ayuntamiento de Zapotlán el Grande, rinden homenaje a este hijo ilustre, editando el libro de Hojas de letras y poesía.



(PRECIADO Zacarías, Vicente: “Primavera, verano, otoño, invierno: Mauro Alfredo Velasco Cisneros”, trabajo leído en la presentación del libro de Hojas de letras y poesía, en la Sala de Cabildos del H. Ayuntamiento de Guadalajara, dentro del marco de la Feria Municipal del Libro en su edición 2000).


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